martes, 2 de noviembre de 2010

Panorama electoral a la víspera de las elecciones de término medio

El próximo martes 2 de noviembre tienen lugar en Estados Unidos las elecciones de término medio (mid-term elections). En base a estas elecciones se renovarán la totalidad de los escaños de la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y 36 de los 50 gobernadores de Estados Unidos.  Además, 46 estados (todos excepto Luisiana, Misisipi, Nueva Jersey y Virginia) celebran elecciones legislativas estatales. Se celebrarán también otras votaciones a nivel estatal y local.

El hecho de votar un nuevo Congreso cada dos años permite a los ciudadanos estadounidenses elegir a corto plazo sus representantes, encargados de preparar leyes, determinar el gasto gubernamental y supervisar las actividades de la Casa Blanca.
El Congreso de los Estados Unidos está compuesto por dos cámaras: el Senado, cuyos miembros cubren mandatos de 6 años y la Cámara de Representantes, cuyos miembros se mantienen durante 2 años. Así como el presidente estadounidense está limitado a dos términos no existe límite sobre la cantidad de mandatos que puede ejercer un miembro del Congreso.

Estos comicios se conocen cómo “mid-term elections” porque tienen lugar en medio del mandato presidencial. Por eso, los expertos políticos consideran el resultado de esta votación como una suerte de referéndum sobre las políticas y la administración llevada a cabo por el presidente actual. Por eso, estas elecciones van a definir el apoyo para el Gobierno de Barack Obama en la segunda mitad de su presidencia y sus opciones para optar a un nuevo mandato al frente de la mayor potencia a nivel mundial.


Las encuestas reflejan una batalla reñida en varias de las elecciones nacionales, aunque los republicanos han aprovechado los problemas con los que se ha enfrentado el gobierno demócrata durante este año para conseguir algunos puntos de ventaja. La crisis económica es una de las preocupaciones principales, además, el alto nivel de desempleo, las ejecuciones hipotecarias y los impuestos, la reforma del sistema sanitario y una débil administración de la inmigración ilegal son algunos de los puntos sobre los que se han apoyado los republicanos y el Tea Party (de forma más extremista) para recuperar algunos de los votos perdidos en las pasadas elecciones.

California y Nueva York van a ser estados claves en estas elecciones. Son dos de los 5 estados de mayor población del país entre los que también se encuentran Florida, Illinois y Texas.
El gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, ya ha cumplido sus dos periodos legales de gobierno. En California la elección está muy reñida: el demócrata Jerry Brown Jr. que aventaja por muy poco a su rival republicana Meg Whitman. En el Senado también se imponen, de momento, los demócratas con Barbara Boxer por encima de Carly Fiorina.

En el Estado neoyorkino todo parece apuntar hacia una mayoría demócrata también, que se impondrían en la elección del gobernador y en los dos puestos del Senado. El favorito para alzarse con el puesto de gobernador es Andrew Cuomo que parece estar muy por encima, en cuanto a intención de voto, de su rival republicano Carl Paladino. En el senado, el tándem demócrata formado por Charles Schumer y Kirsten Gillibrand parte como favorito frente a sus homólogos republicanos.

En el resto de los estados clave: Florida, Illinois y Texas la batalla no presagia una victoria tan clara de los demócratas. Es más, el Tea Party y sus candidatos están calando hondo en las mentalidades más sureñas.
En Florida la elección del gobernador está particularmente reñida. Según los últimos sondeos, el demócrata Alex Sink y el republicano Rick Scott están virtualmente empatados. Para el Senado, sin embargo, hay un claro favorito: el candidato del Tea Party Marco Rubio.

En Illinois, donde surgió el efecto Obama y su “Yes We Can”, el Gobierno estatal apunta al republicano Bill Brady que está ligeramente por encima del candidato demócrata Pat Quinn. En el Senado, otro empate, entre el republicano Mark Kirk y el demócrata Alexi Giannoulias.

Y el último peso pesado de las elecciones, Texas, el, segundo Estado más poblado de Estados Unidos, feudo republicano, donde se confirmaría la mayoría de los partidarios del Tea Party en la elección del gobernador estatal. Rick Perry está muy por encima de su rival demócrata Bill White en todos los sondeos.

De lo que no cabe duda es que a escasos días de las elecciones legislativas de término medio, tanto demócratas como republicanos han gastado cifras astronómicas en publicidad electoral (los más altos en la historia de Estados Unidos) para apoyar y asegurarse los votos de los americanos el próximo martes. El petulante récord, lo ostenta la candidata republicana a la gobernación de California, Meg Whitman, que gasta una media de 1.000 dólares por minuto en su campaña y ha gastado hasta ahora unos 170 millones de dólares de los cuales al menos 140 millones provienen de su propio capital. A pesar de estos esfuerzos económicos, la encuesta más reciente sitúa a Whitman 8 puntos por detrás de su rival, Jerry Brown, que hasta ahora “solo” ha invertido 25 millones de dólares en su campaña.

Michael Steele, Presidente del Comité Nacional Republicano, pronostica un gran apoyo para la oposición. Se ha mostrado muy seguro sobre todo en lo que concierne la obtención de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes. A su vez su homólogo demócrata, Tim Kaine, Presidente del Comité Nacional Demócrata, predice un resultado cerrado y muy apretado aunque mantiene la certeza de que los demócratas conservarán su mayoría en ambas cámaras: el Congreso y el Senado.

Los ciudadanos sin embargo no parecen tenerlo tan claro. Una encuesta de Associated Press ha revelado que uno de cada tres americanos aún no ha decidido por quién votará el próximo 2 de noviembre. El 45% de los votantes que aún no tienen claras su intención de voto tienden a apoyar a los candidatos republicanos en la Cámara de Representantes contra un 38% de apoyo a los demócratas. El oficialismo demócrata confía en la opinión de los dirigentes de las campañas y en los expertos en ciencias políticas que auguran que la mayoría de los indecisos acabarán votando por el partido que apoyaron en las pasadas elecciones presidenciales.

Otro sector que puede decidir el giro de estas elecciones son los electores considerados independientes, que no están afiliados ni con el Partido Demócrata ni con el Partido Republicano. Una encuesta publicada hace unos meses señalaba el significativo dato de que un 42% de los americanos se consideraba votantes independientes.

Además, la rama extremista republicana, un movimiento conocido como el “Tea Party” quieren limitar el poder del gobierno y reducir el gasto gubernamental, objetivos que han atraído a los electores más indecisos del Partido Republicano. Algunos candidatos del Tea Party ya han derrotado a candidatos republicanos que ya estaban asentados, en las elecciones primarias.

Es importante tener en cuenta la pérdida de fuerza que ha sufrido el movimiento de entusiasmo e interés que despertó entre los electores más jóvenes durante su campaña de 2008 que culminó con su triunfo en las pasadas elecciones presidenciales. Esa fuerza parece haber sido recuperada por los seguidores del Tea Party.

El partido demócrata podría perder la mayoría que sostiene desde hace 2 años en las dos cámaras.  A partir del 2 de noviembre, el resultado podría crear un gobierno dividido en Washington: los demócratas controlarían la Casa Blanca y los republicanos podrían dominar una o ambas cámaras del Congreso. Esta situación supondría una dificultad añadida para aprobar legislación pero puede suponer una ayuda para romper ciertos atascamientos políticos que han puesto en evidencia la administración de Barack Obama sus dos primeros años de mandato.

Laura Cueto Morillo/ Universidad Europea de Madrid

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